lunes, 22 de septiembre de 2008

FENICIA

Fenicia es el nombre de una antigua región de Oriente Próximo, cuna de las civilizaciones fenicia y cananea, que ocupaba la costa oriental del mar Mediterráneo, en los actuales territorios de Siria, Líbano e Israel, y poblada desde principios del III milenio a. C. Se extendía, de sur a norte, unos trescientos kilómetros, desde el Monte Carmelo hasta la desembocadura de los río Orontes y Ugarit, y de este a oeste unos cuarenta kilómetros, desde los montes del Antilíbano hasta la costa mediterránea.
La zona posee condiciones topográficas muy abruptas, con numerosos pequeños valles. El suelo montañoso y poco apto para la agricultura, orientó a sus habitantes hacia actividades marítimas, más aún teniendo en cuenta que, al quedar dividido en pequeñas ciudades-estado separadas por espolones rocosos, para comunicarse, era más adecuada la navegación de cabotaje que la terrestre, entre ciudades que se escalonaban desde Acre y Tiro, por Sidón y Biblos, hasta Arados

y Ugarit. Existía un estrecho paso terrestre entre el mar y el desierto de Siria, que enlazaba con Egipto al sur, a través de Palestina y del Sinaí, y al norte, a través del Éufrates, con Mesopotamia y Asia Menor; esta zona estaba destinado a ser una rica encrucijada comercial, codiciada por los grandes imperios vecinos.

martes, 16 de septiembre de 2008

Historia

Mapa del Levante mediterráneo, con las principales ciudades fenicias.
Durante mucho tiempo fueron un pueblo muy desconocido. Citados únicamente por Homero en la Odisea y en la Ilíada, por Plinio y por algunos pasajes de la Biblia. En el actual Líbano y la costa de Siria, una serie de tribus que hablaban lenguas semíticas se establecieron en pequeñas aldeas de pescadores en la costa. Los asentamientos fueron creciendo hasta convertirse en ciudades como Ugarit, Biblos y Sidón. La geografía resultaba demasiado accidentada para comunicarse fácilmente por tierra entre ellas. Cada una de ellas fue constituyéndose en un Estado autónomo centrados en la buena marcha de los negocios. Un monarca al frente de cada ciudad defendía sus intereses frente a otros estados y potencias de la época (Egipto, Babilonia y Asiria). Los hábiles pactos con los vecinos, especialmente filisteos y judíos, resultaron efectivos. Cuando las circunstancias lo requerían rendían vasallaje y pagaban tributos a las grandes potencias. La tolerancia a los extranjeros, autorizados a asentarse en la ciudad y montar sus propios negocios, resultó conveniente. Por su mediación se evitaron presiones excesivas de las grandes potencias.
Establecidos en el país de Canaán hacia el siglo XXVIII a. C. Su verdadero origen se ignora (¿Arabia, país de Amurru, país de Edom y de Moab?), se mezclaron con los autóctonos (habitantes paleolíticos y neolíticos, de los que existen vestigios en Ra's-Samra) y se establecieron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit. Fundaron numeroso puertos (Arados, Esmirna, Trípoli, Yubayl-Biblos, Beritos, Sidón, Tiro y 'Akka), para los que escogían cabos o islas próximas a la costa, que los protegían de los vientos (S-N) y les servían de refugio en caso de invasión (Tiro y Arados); se orientaron deliberadamente hacia el mar, que, por medio de la navegación de cabotaje, les permitía establecer relaciones más fácilmente que la tierra. Desde el III milenio entraron en contacto con Egipto, país al que suministraban madera (cedro, abeto) para sus barcos, aromas, aceites y resina, y por el que estuvieron muy influidos. Sobre todo Biblos y Sidón desde el s.XVIII, mantenían relaciones con los egeos, dueños del mar (cretenses y posteriormente micenios), que frecuentaban sus puertos. De este modo, cuando la invasión de los pueblos del mar (c.1200) los liberó de la tutela egipcia, pudieron reemplazar el poder egeomicénico, arruinado por los dorios. A partir de entonces conservaron su independencia bajo la tutela de Tiro, alcanzaron una era de gran prosperidad. Su área de influencia se extendió progresivamente; por una parte, desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre occidente y oriente (controlando, por tierra, los puntos a donde iban a parar las caravanas del desierto [Hama, Damasco y Thapsaco] y en donde adquirían las mercancías orientales), y, por otra, fundando, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales. En el s.X se instalaron en Chipre y, en las costas de Asia Menor (Panfilia y Licia), donde chocaron con los griegos, que los desbancaron de Rodas, de las Espóradas y de las Doradas, donde habían permanecido durante algún tiempo. Buscaron entonces nuevos mercados en el Mediterráneo occidental: prudentemente, dejaron Tirrenia a los etruscos y a los griegos, y establecieron en Sicilia occidental, en las islas de Malta, Gozo y Pantelleria, bases propicias para el comercio con Africa (s.IX); a través de Cerdeña e Ibiza habían llegado, en la Península ibérica, al país de Tarsis (Gades, s.XI), donde sus barcos recogían estaño y la plata procedentes de la península o de las islas Casitérides. A su regreso, aprovechando las corrientes de las costas africanas y por mediación de sus antiguas colonias de Hippo Diarrhytus y Utica (1100), llegaban a Cartago (814-813) y al golfo de la pequeña Sirte (Hadrumeta y Leptis). Al compás del desarrollo de los mercados comerciales, los artesanos prosperaban en las ciudades (monopolio de las lanas teñidas con la púrpura del murex recolectado en las costas de Africa, Creta y Egeo; cerámicas y objetos de lujo), abasteciendo a los barcos con telas, bordados, cueros, púrpura, perfumes, etc. Tras la conquista de Alejandro Magno (332 a. de C.) se inició su decadencia que culminaría cuando Fenicia entró a formar parte del ámbito romano. La cultura fenicia dejó un importante legado cultural a las civilizaciones posteriores, entre el que destaca la creación de un vínculo entre las civilizaciones mediterráneas, los principios comerciales y el alfabeto. Los fenicios ejercieron una poderosa influencia sobre toda la cuenca del mar Mediterráneo.
Cultura
El pueblo fenicio contribuyó a crear un importante vínculo entre las civilizaciones mediterráneas y más aún entre las formas artísticas del mundo antiguo, por imitación, fusión y difusión de ellas, aunque no se le considere como original creador de una gran cultura propia.
La cultura fenicia fue muy importante en su época pero, desgraciadamente, han quedado pocas huellas de su historia. Conocemos de su existencia, sobre todo, a través de los textos de otros pueblos que entraron en contacto con ellos, en particular los asirios, babilonios y, más tarde, los griegos, pero que con frecuencia han sido voluntariamente manipuladas debido a que estos pueblos habían sido rivales y enemigos de los fenicios. Se estudia principalmente en las ruinas de las ciudades que fueron colonias de Sidón o Tiro, como las de Cerdeña y Andalucía y, sobre todo, en las establecidas en la isla de Chipre.

Alfabeto
Los fenicios son los inventores del alfabeto. Comenzaron a utilizar símbolos para identificar animales y objetos para colocar las letras. El alfabeto fenicio está basado inicialmente en ideogramas, a los que se dio un valor fonético. El proceso de creación sucedió en Biblos (Byblos), de donde vienen las palabras libro y biblioteca. El alfabeto fenicio fue adoptado por los griegos para crear su alfabeto, y los hebreos lo copiaron para la elaboración del suyo propio, y éste, a su vez, lo utilizaron los romanos para crear el suyo, escribiendo las letras giradas 90º debido a las divergencias en su modo de escribir; ésta es la base del actual alfabeto latino. En cuanto a las otras lenguas semíticas, desarrollaron igualmente alfabetos basados en el fenicio, como el alfabeto hebreo, el árabe o el siríaco, entre otros. El alfabeto fenicio también fue adaptado por los íberos
Los fenicios utilizaban un alfabeto fonético, que los griegos adaptaron a su propia lengua y, con el tiempo, sirvió de modelo para los posteriores alfabetos occidentales. Este alfabeto constaba de 22 signos para las consonantes, y no tenía vocales, pero fue muy importante pues era sencillo y práctico, a diferencia de otros alfabetos coetáneos que sólo dominaban los escribas y altos funcionarios, tras un arduo aprendizaje. Apenas quedan restos de escritura fenicia sobre papiro debido al clima presente en la zona y si que se conservan sobre materiales más resistentes como la piedra o la arcilla. Los griegos adoptaron las letras fenicias y agregaron algunos símbolos propios que hacían las veces de vocales.

Arte fenicio

Escultura cefaloforme (con forma de cabeza) procedente de Cartago.
Sus producciones son más artesanales que artísticas, y en sus esculturas, cerámicas, joyas y objetos de metal, domina la influencia egipcia desde el siglo X a. C. (que es la fecha más antigua que se suele asignar al arte fenicio), con elementos asirios, hasta llegar al siglo VII a. C. Sin embargo, a partir de entonces prepondera la influencia griega, llegando a veces a confundirse sus producciones con las griegas, como se confunden las anteriores al siglo X a. C. con las asirias y egipcias. Por ello se suele decir que no existe un arte fenicio propio, sino que son imitaciones de las culturas colindantes a fenicia.
Las formas de arquitectura se infieren más por los dibujos de los sellos y otros relieves que por las ruinas de sus edificios aunque no faltan algunos restos de piezas arquitectónicas hallados en Chipre y Fenicia. Entre éstos, figura el capitel con volutas (espirales), inspirado en el arte oriental y que bien pudo ser el antecesor del capitel jónico. Los templos fenicios (como el de Biblos) se distinguían por tener el santuario sin cubierta. En él se daba culto a una piedra o betilo que generalmente consistía en un aerolito de forma cónica (como piedra caída del cielo) situado en medio de la estancia a la cual precedía un atrio rodeado interiormente de columnas. Era también característica la forma que a los sarcófagos suntuosos de piedra daban los fenicios sidonitas que se adaptaba más o menos al contorno de la figura humana como los de la madera egipcios (sarcófagos antropoides) y ostentaba la tapa en laque, donde creaba un relieve que enfatiza la cabeza, el sudario que cubre el cuerpo recuerda a la momificación egipcia.
También dejaron impronta de su arte en dos sarcófagos hallados en el sur de España, aunque se desconoce el lugar de su fabricación pudieron ser esculpidas en una de las ciudades fenicias, o bien por los mismos fenicios en una de las colonias fenicias que se encontraban en el sur de la península Ibérica. Ambos sarcófagos son antropomorfos. Uno de ellos representa a un hombre y el otro a una mujer.
La mano derecha en el sarcófago masculino la tiene sobre el corazón lo que es elemento iconográfico que nos quiere dar a entender la balanza entre el bien y el mal que se hará para poder seguir en la otra vida. Se realiza un claroscuro a base de cincelar en la cabeza del sarcófago.
En el sarcófago femenino lleva en la mano derecha un pomo que simboliza la ofrenda a los dioses para que sea llevada al más allá. Los ojos tienen forma almendrada y miran al horizonte, al pelo se le da un tratamiento geométrico.
Destaca el capitel fenicio de Galera que es un antecedente del jónico. También hay que destacar a la diosa de la Galera, hecha en alabastro, servía como recipiente para llevar a cabo las libaciones y forma parte del ajuar funerario. Se dan unos vestidos orientalizados. Tiene una íntima relación la ceja, la nariz y los ojos almendrados. Se da la ley de la frontalidad con la mirada distante. La diosa posee una esquematizada túnica y va sin calzado alguno. La mano es excesivamente grande, por lo cual pierde su elemento naturalista. La entronización muestra su clara tendencia oriental con dos impresionantes esfinges a sus lados que son símbolos de protección. Es similar la cara de la esfinge a la de la diosa.
En relación con la muerte se encuentra un tynaterium fenicio perfectamente labrado que es un vaso de perfumes púnico que pertenecía a los ajuares funerarios en el que aparecen cuatro dioses y la representación del árbol de la vida.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Comercio e industria
El comercio era la actividad principal de la economía de los fenicios. Esta consistía en el intercambio o trueque de mercancías que ellos mismos producían y el transporte de las elaboradas por otros pueblos. Fueron los grandes mercaderes de la antigüedad. La geografía, que propiciaba la instalación de puertos, y la madera de sus bosques les brindaban los elementos básicos para construir barcos y organizar compañías de navegación. Una de ellas fue contratada por el rey persa Darío en el siglo V a. C. También desarrollaron la talasocracia un arte que les permitía controlar comercialmente el mediterráneo. El comercio de la intermediación resultó ámpliamente beneficioso. Consistía en desembarcar mercancías propias en un puerto determinado, y embarcar allí otros productos, después se transportaban a un tercer lugar en donde se repetía la operación y así sucesivamente hasta volver al puerto de partida. El viaje total podía llegar a durar años.
Los fenicios ante todo fueron unos magníficos navegantes. La determinación del Norte por la Osa Menor y no por la Osa Mayor como los griegos, así como el conocimiento de la posición fija de la Estrella Polar les permitió no tener que recalar al atardecer y poder proseguir su viaje incluso en la noche. Los fenicios realizaron algunos viajes prácticamente legendarios como el enviado por el faraón Necao II para circunnavegar África, o el viaje al mítico país de Ophir, encargado por el rey de Israel, Salomón, a su amigo Hiram I de Tiro. Se cuenta incluso que llegaron a la India o Gran Bretaña, algunas fuentes apuntan que pudieron recalar en América, aunque son fuentes sin apenas rigor histórico, aunque sí se está casi seguros de que fueron los descubridores de las islas Canarias, Madeira y las islas Azores, totalmente alejadas de la costa, en el océano Atlántico. Existen muchos defensores de la teoría del “descubrimiento de América” por parte de los fenicios, incluso el mismísimo Cristóbal Colón estaba plenamente convencido de esta posibilidad. La realidad es que, si bien esto no resulta algo absolutamente improbable, ya que algunas de las naves fenicias estaban tan capacitadas para alcanzar las Antillas o las costas de Sudamérica como lo estaban las naves españolas de los conquistadores del siglo XV, no existe hasta la actualidad prueba documental alguna que lo testimonie irrefutablemente.
Al principio los viajes eran puramente mercantiles, tendentes a ofrecer productos de lujo a las élites locales a cambio de materias primas. Con preferencia , aunque no siempre, metales. Ello requería una serie de tanteos exploratorios previos, tras lo cual se establecía un patrón de contacto. Por lo general el navío se aproximaba a una playa y sus tripulantes dejaban extendidas sobre la arena sus mercancías. Después encendían una fogata a modo de aviso y volvían al barco a la espera de la respuesta de los pobladores del lugar. Éstos solían depositar junto a los productos fenicios lo que ofrecían a cambio y se retiraban, a su vez, lejos del lugar. Los fenicios volvían a la playa para verificar si el trueque les convenía. Si era así, tomaban lo aportado por los nativos y se hacían a la mar. En caso contrario, volvían a su bajel, esperando que los naturales incrementaran su oferta. La operación se repetía tantas veces como hiciera falta, hasta que ambas partes quedaban satisfechas. La puesta en práctica de estos procedimientos a lo largo del tiempo solía dar lugar al establecimiento de colonias y factorías.
Los barcos que utilizaban eran construidos con maestría por ellos mismos en enormes astilleros que evidenciaban su poderoso desarrollo en la actividad marítima. Las naves que construían eran de dos tipos: una ligera, de fácil navegación, que llevaban una vela fija de forma cuadrangular, con una propulsión alternativa proporcionada por una doble fila de remeros; otra más grande y pesada, especial para grandes cargas, que era impulsada por dos velas cuadradas, una grande central, y otra menor a proa, ésta última fija, mientras que la grande era movible y permitía el aprovechamiento de vientos de distinta direcciones. Navegaban mayormente de día, normalmente evitando alejarse de las costas y durmiendo en campamentos que armaban en la playa durante la noche.
Si debían internarse en el mar de noche, procuraban orientarse por las estrellas aprovechando los conocimientos astronómicos obtenidos de los caldeos, tomando como referencia la Estrella Polar, denominada en la antigüedad Estrella Fenicia. Su maestría en el arte de la navegación y el desarrollo de su ingeniería naval, les permitía desconocer límites en sus desplazamientos. Según el historiador griego Herodoto —considerado el padre de la historia—, alrededor del año 600 a. C. los fenicios llegaron a realizar la circunnavegación del continente africano, una verdadera hazaña sin precedentes registrados, y que, mirando hacia el futuro, no volvería a realizarse esto, o algo similar, hasta algunos miles de años después.
Las mercancías que obtenían en un territorio, eran llevadas para su comercialización a su propia tierra, y a ciudades y pueblos lejanos donde las apreciaban enormemente y pagaban por ellas enormes sumas. De esta forma, cargaban en Arabia esencias, mirra, oro y exóticas piedras preciosas; en Asiria obtenían porcelanas y delicadas piezas labradas en fino marfil, procedentes de la China, telas de hilo, sedas y algodón; de la India provenían las codiciadas especias, finas maderas y perlas. De la zona del mar Negro y de la actual España, traían caballos, y además de, ésta última y de algunas zonas del mar Egeo, obtenían mármoles con los que saciaban los caprichos de reyes y potentados de todo el mundo conocido, que construían sus viviendas y palacios con el fino material. De Egipto llevaban finas telas de lino y grandes cantidades de cereales, al igual que varios siglos más tarde lo haría el imperio romano al convertir el Egipto prácticamente en el granero imperial. Normalmente, muchas de estas materias primas eran previamente convertidas en productos manufacturados que inundaban todos los mercados y eran enormemente requeridos.
De esta forma, llegaron a alcanzar tal dominio sobre los mares, que ejercían un virtual monopolio sobre las rutas marítimas a lo largo de todos lo mares conocidos, cosa que, obviamente comenzó a despertar la codicia de quienes observaban cómo los fenicios se enriquecían sin pausa. Esta situación los llevó a cuidar con tal celo sus conocimientos sobre rutas e industria marítima y comercial, que ante la mínima posibilidad de ver descubiertos sus secretos, no dudaban en hundir sus propios barcos, o abandonar sus factorías, además de difundir aterradores rumores de monstruos marinos, terribles catástrofes naturales y naufragios, que llegaron incluso a seguir asustando a los marinos de más allá de la Edad Media.
Mediante constantes expediciones en ambas direcciones, se comercializaban los productos, que consistían en materias primas, productos manufacturados en fenicia, y productos de diferentes culturas de lejanas tierras. La manufactura de productos fue adquiriendo una importancia enorme en la economía, creando las clases de la aristocracia industrial y la clase obrera.
La industria, de esta manera fue adquiriendo una importante relación con el arte, el comercio y la actividad marítima. Las factorías y talleres casi no daban abasto para satisfacer la demanda de productos manufacturados que se incrementaba día a día desde todos los confines, y por esto llegaron a alcanzar una producción en alta escala que abarató los costos, aumentando más y más las ingentes ganancias. Todo tipo de productos salían de las fábricas fenicias, especialmente productos de un fino vidrio sumamente transparente que se fabricaba en Sidón, y que superaba en calidad al producido tradicionalmente por Egipto. También se destacaron en la producción de armas, adornos y obras de arte en hierro y bronce, incluso de estatuas y bustos de ídolos de las diferentes religiones que profesaban los diferentes pueblos con los cuales comerciaban; productos suntuosos de joyería, utensilios, vasos y vajilla confeccionados en vidrio, oro, plata y bronce.

Colonias y factorías

Los fenicios navegaron más allá del otro extremo del mar Mediterráneo: el estrecho de Gibraltar.
Durante sus largos viajes debían abastecerse en distintos puntos de su recorrido. Con el tiempo, esos sitios fueron transformándose en establecimientos permanentes, llamados colonias. Los fenicios no conquistaron territorios, como otros pueblos invasores de la antigüedad, sino que fundaban establecimientos en sitios propicios de las costas para abastecerse y como almacenaje. Los marinos comerciantes de la ciudad de Sidón crearon asentamientos-almacenes amurallados, llamados factorías. Existieron numerosos establecimientos de este tipo en las costas del mar Mediterráneo, la costa atlántica y la costa occidental del África. 1) Las concesiones. Éstas se establecían en sectores que les eran asignados dentro de las ciudades, luego de llegar a importantes acuerdos con los monarcas de cada una de ellas. En algunas ciudades llegaron a poseer barrios enteros que se constituían en enormes mercados que aparecían a la vista como barrios de Tiro, Biblos o Sidón. 2) Las colonias eran siempre localizadas en lugares estratégicos de grandes posibilidades comerciales. Una de las primeras construcciones que realizaban era la de los templos.
También se establecieron en las proximidades de algunas ciudades, donde obtenían concesiones, como en la ciudad egipcia de Menfis. Los fenicios preferían establecer sus colonias y factorías en lugares donde el poder socio-político local fuera débil, para que a la hora de capturar esclavos, no hubiera una contestación muy contundente por parte de los nativos. Algunas de estas colonias fueron el origen de importantes ciudades en lugares como Rodas, Creta, Cádiz (en la actual España), Malta y Cartago (en la costa de Túnez, al norte de África), esta última se convirtió posteriormente en un importante enclave que llegó a mantener durante mucho tiempo la hegemonía del mar Mediterráneo.

Anillo fenicio de Casa del Obispo, hallado en Cádiz.
Las factorías fenicias, que consistían en algunos almacenes y casas cerca de algún fondeadero fácil, se esparcían prácticamente por toda la costa mediterránea y sus islas, desde ellos establecían contactos periódicos con las naves de Fenicia y permanentes lazos comerciales con los nativos: desde Gádir, más allá del estrecho de Gibraltar que era la puerta del océano Atlántico, hasta las costas de Asia, y el mar Negro. Los viajes fenicios establecieron nexos perdurables entre el Mediterráneo oriental y el occidental, no solo comerciales, también culturales.
Si bien la geografía de la región era accidentada, los fenicios aprovecharon al máximo las posibilidades del suelo para la explotación agrícola y cultivaron hasta en las laderas de las montañas. Sus bosques del Líbano les permitían la explotación maderera. También elaboraron artesanía, como sus cerámicas —muy difundidas y utilizadas—, objetos de vidrio coloreado, y tejidos de lana teñidos con púrpura de Tiro, o murex, un colorante indeleble que sólo ellos sabían producir y que extraían de un molusco y que terminó dando nombre a como los mismos fenicios se llamaban entre ellos: "kinanu". La forma de elaborar este tinte era extrayendo la glándula hipobranquial del molusco y dejándola secar al Sol en una cacerola con algo de agua de mar, dependiendo de su concentración y descomposición se podían obtener distintos colores. Este proceso generaba olores nauseabundos y los griegos decían que podían distinguir una ciudad fenicia a kilómetros de distancia. Desarrollaron una industria de artículos de lujo muy solicitados en la época y de gran valor comercial, como joyas, perfumes y cosméticos. Una de estas joyas eran los carabos o escarabajos mágicos egipcios, que los fenicios decoraban a su gusto, introduciendo jeroglíficos sin sentido alguno, sólo decorativos.
A pesar de que la fama de los Fenicios proviene fundamentalmente de sus actividades comerciales y colonizadoras a través de sus viajes marítimos, también se destacaron en estas actividades por tierra, mediante el tráfico de caravanas de camellos. Estas extensas filas de animales cargados de preciosas mercancías se dirigían desde las ciudades fenicias hacia oriente, por las rutas de Armenia y hacia el África atravesando el desierto del Sáhara desde la colonia de Cartago.
Con el paso del tiempo comenzaron a colonizar diversos territorios mediante la fundación de colonias permanentes y factorías estratégicamente localizadas. A partir del emplazamiento de estos establecimientos, se intensificó y se organizó la práctica del tráfico de esclavos, lo que les proporcionaba enormes beneficios.
SOCIEDAD

Cedro del Líbano. Símbolo de esta zona del mundo.
Constituyeron monarquías hereditarias en las que el rey solía desempeñar también funciones sacerdotales. Si bien se trataba un soberano absoluto con base teocrática, se apoyaba en un consejo de ancianos y contaba con un cuerpo de funcionarios. Entre ellos destacaba el sufete, un magistrado temporal cuyas funciones exactas resulta difícil precisar, pero que tendría una gran importancia en las futuras colonias occidentales. Unos de los cometidos principales de estos reyes, además del sacerdotal, era mantener el equilibrio entre dos sectores sociales cuyos intereses podían llegar a oponerse: el representado por la oligarquía comercial, que cada vez adquirió un mayor poder, y el de la nobleza tradicional de base agrícola. Y es que la gran expansión y la riqueza de la sociedad fenicia se debieron en gran medida a su activo comercio, pero no hay que olvidar que sentaba sus bases en la tierra. En la agricultura intensiva y en el cuidado de sus rebaños, así como en la tala de árboles.
Era una dinámica sociedad de hombres libres que constituían familias patriarcales y monógamas en las que las mujeres desempeñaban un destacado papel. Era una sociedad que en lugar de equipar grandes ejércitos, confiaba más en la estratégica ubicación de sus ciudades, de difícil acceso y protegidas por sólidas murallas, suministradas por el creciente poderío naval que poseían en caso de asedio. Estas gentes solían organizarse en grupos profesionales que habitaban en un mismo barrio. Por él discurrían estrechas callejuelas que conducían a bulliciosas plazas, delimitadas por casas de varios pisos con un patio central.
Los fenicios solían llevar barba y largos y ensortijados cabellos. Iban tocados con un bonete y ataviados con multicolores vestidos. Sus mujeres gustaban adornarse con joyas y abalorios. Pero junto a ellos las ciudades contaban con un importante número de esclavos. Su condición parece haber sido algo mejor que en otros lugares. Tenían la capacidad legal de contraer matrimonio y de poseer bienes muebles que podrían otorgarles la libertad, pero debían adorar a las mismas divinidades que sus dueños.



lo olvide ...

RELIGION xd

Representación de Moloch.
Los dioses adorados por los fenicios varían de una ciudad a otra. Así el panteón de Sidón difiere del de Tiro o el de Chipre. Aún así, algunas divinidades están presentes de una forma u otra en la mayoría de las ciudades significativas. Estos panteones no eran estables y estaban formados por una triada de dioses: una divinidad masculina protectora de la ciudad; su esposa, garante de la fertilidad en un sentido amplio, tanto familiar como económico; y el hijo de ambos, símbolo de la naturaleza que moría y resucitaba cada año.
Se les adoraba en templos no monumentales que se dividían en tres partes: un pórtico, un vestíbulo que solía contener alguna fuente, y un santuario de limitado acceso en el que se hallaba ubicada la imagen de la divinidad. Solía ofrecerse a ésta diversas estatuillas votivas elaboradas con distintos materia les. También se les rendía culto al aire libre, en lugares altos, cerca de ríos o en bosques, presididos por altares simbólicos y betilos. En ellos podían realizarse toda clase de ofrendas, desde frutos hasta animales, siempre en relación directa con la pena a expiar o el bien a conseguir. Y en ocasiones se llevaban a cabo sacrificios humanos aunque esta práctica no se ha demostrado en Fenicia es algo común en los pueblos cananeos, tenían lugar en recintos al aire libre, conocidos como tofet, a extramuros de sus ciudades, mayoritariamente se realizaban al dios Moloch. El mayor y más conocido el de Salambó, en Cartago, y que con cinco siglos de existencia habría proporcionado unas veinte mil urnas con restos humanos y animales. En los primeros se tenía preferencia por los niños a los que se les estrangulaba o se les degollaba para posteriormente quemarlos cuyos restos se depositarían en una urna. Se han buscado distintos argumentos para explicar este ritual: unos lo atribuyen a un sacrificio de sustitución en lugar del rey, o para asegurar las cosechas; otros lo creen como oferta de los frutos primeros o un método de control demográfico. Lo que si parece probado es que aumentaban en caso de peligro para la ciudad.
Sus necrópolis se hallaban también en las afueras. Consistían en tumbas rupestres o en pozos verticales, en donde enterraban a sus parientes en sarcófagos con formas humanas, a imitación de los egipcios. Los más ricos eran de mármol o piedra; otros se facturaban en madera y terracota. No obstante, algunas veces, sin que se haya podido establecer la razón , practicaban también la incineración. En uno y otro caso se acompañaba al difunto con vistosos ajuares, consistentes en objetos de cerámica y joyas, pero nunca armas.
Antes de acordar algún negocio o emprender cualquier singladura, los fenicios en ocasiones practicaban la hierogamia, la unión con el dios, que consistía en prostituirse en un templo con fines religiosos destinados a la fertilidad. También dedicaban diversas ofrendas a sus dioses, implorando su ayuda y escrutando en las estrellas o en las vísceras de los animales sacrificados el destino de su empresa. No es pues, de extrañar que , además de instalar formas de caballos como amuleto protector en sus proas, las naves fenicias portaran una enseña consistente en una media luna, símbolo de Astarté. La razón residía en procurarse la protección divina antes de enfrentarse a los peligrosos mares.
Estas divinidades son principalmente Astarté, Baal, Dagón, Resef y Melqart.

Astarté
Principal diosa de Sidón y con presencia en las otras ciudades fenicias. Astarté es la diosa de la fecundidad, aunque sus características y dependiendo de las ciudades son diferentes. También es adorada como diosa guerrera, de la caza o incluso como patrona de los navegantes.
Suele representarse posada sobre un león y sosteniendo una flor de loto y una serpiente. En otras representaciones se acentúa su carácter como diosa de la fecundidad y aparece tocándose los senos o dando de mamar a dos niños. Se asimiló en otras culturas con nombres diferentes como por ejemplo la Afrodita de los griegos, la Venus romana o la Isis egipcia.
Contaba con abundantes santuarios en Sidón y Tiro. Está documentado un santuarios dedicado a Astarté en El Carambolo, (Sevilla), fechado en el siglo VIII a. C.
Astarté es la reina del cielo a quien los cananeos quemaban incienso en la Biblia.
[8]

Eshmún
Adorado en Sidón y en Chipre. Se le asimila a Apolo y a Esculapio como dios sanador. Contaba con un gran santuario a las afueras de Sidón en un lugar donde brotaba una fuente. En los rituales de adoración a Eshmún se realizaban abluciones y danzas. También se conoce que existieron unos juegos en su honor y que el vencedor ganaba una tela púrpura.

Baal

Baal de Ugarit, Louvre.
Principal dios del panteón fenicio, cuyo nombre significa amo o señor. Solía manifestarse en tres formas: Baal Shamin (Señor de los cielos), Baal Sapon (Señor de las tormentas) y Baal Malage (Señor de la pesca). Su animal de culto era el toro. Según la Biblia, en su nombre se llevaban a cabo sacrificios de cremación de niños recién nacidos. También en la Biblia, se utiliza el nombre de Baal para hacer referencia a "falsas" divinidades (demonios).

Melqart
Dios solar y protector del comercio era la principal divinidad de Tiro. Los griegos lo identificaban con Hércules. Su culto, asociado a actividades marineras, se extendió por las colonias fenicias de Occidente, y se arraigó sobre todo en Gadir y Cartago.

Adonis
Dios de la vegetación. Símbolo del ciclo natural de la vida: muerte en otoño y resurrección en primavera. Su nombre deriva del término fenicio adôn (señor). Se le rendía culto en toda fenicia y especialmente en el río Adonis (Actual Nahr Ibrahim), cerca de Beirut. Algunos autores lo relacionan con una manifestación de Baal. Los griegos lo introdujeron en su mitología.

Asherah
Diosa madre cuyo culto se hallaba extendido en Oriente Próximo. Esposa del dios supremo de muchas ciudades y madre de los demás dioses. Curiosamente, su estatua llegó a colocarse en el templo de Jerusalén durante un tiempo, probablemente en lugar del arca de la alianza.

Tanit
Versión de las colonias occidentales de Astarté, cuyo culto se originó en Sarepta. Adquirió una gran importancia en Cartago, donde era representada por un triángulo con una línea horizontal en su vértice superior, sobre el que descansaba un círculo. Diosa madre y hetaira a la vez, los romanos no podían entender su contradictoria naturaleza.

lunes, 8 de septiembre de 2008

ya se que el color es raro pero es lo que hay

HEBREOS

Los hebreos (Del lat. Hebraeus, este del hebr. ‘ibrī, y este quizá del acadio ẖapiru[m], paria). son un antiguo pueblo semítico del Próximo Oriente y ancestros de los israelitas.
Según la Biblia y las tradiciones hebraicas, los hebreos son originarios de Mesopotamia, de Ur en Caldea. Eran nómadas, vivían en tiendas, llevando manadas de cabras y ovejas, utilizando asnos, mulas y camellos como portadores. Una crisis económica pudo impulsar a Terah, padre de Abraham, a dejar la ciudad para ir a la de Harran, en el Alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigran hacia Canaán, prometido por Dios, según la Biblia, a los descendientes del patriarca Abraham (c. 1750 a. C.). Varias tablillas descubiertas en Mari certifican frecuentes migraciones por estas regiones.
Abraham y los suyos se asientan en Canaán: en Siquem (actual Nablús), Beer Sheva o Hebrón. Poco a poco, se mezclan con los pobladores locales, y se convierten en agricultores sedentarios hacia el siglo XII a. C. El pueblo de Israel era vecino de otros como los edomitas, moabitas, ammonitas e ismaelitas. Un rasgo distintivo fue su convicción en la existencia de un único Dios, llamado Yavé. De acuerdo con el Tanaj, el pueblo de Israel es el elegido entre todos los de la tierra por Yavé y al que revela las verdades fundamentales, como la Torá

jueves, 4 de septiembre de 2008

la hora de roma

Roma

Entre el 39 y el 34 a. C. Roma conquista la región, establece un gobierno y en esta época de dominio romano, es cuando surge Jesús y su predicación.

En el año 70 Tito destruye el templo de Jerusalén. Posteriormente entre 132 y 135 los hebreos pretenden liberarse de la dominación romana, bajo el movimiento conocido como Rebelion de Bar Kojba, la cual es aplastada por Roma y como consecuencia les prohíbe entrar a Jerusalén obligando a los hebreos a emigrar, en una nueva diáspora, hacia Hispania, al norte de África, y los Balcanes, llegando a prosperar de manera notable en el siglo X.

lunes, 1 de septiembre de 2008

HERBREOS

Pocos años después, los persas vencen a los asirios babilonios y en 539 a. C. Ciro emite un decreto que los incorpora al imperio y les permite regresar a Jerusalén, donde reconstruyen el templo y se unifican bajo la Ley y bajo las normas de su religión. El retorno produce choques culturales con los que no habían sido deportados y se discrimina la población entre judíos y samaritanos

ALEJANDRO MAGNO

En 332 a. C. Alejandro conquista al imperio persa y otorga a los judíos una mayor autonomía y estabilidad política y económica.
Durante este período de prosperidad y estabilidad política, la religión judía se divide en tres grupos: los fariseos, saduceos y esenios.
Desde este momento Alejandro fue muy importante en la vida de los hebreos.